Por Juan Pablo Ojeda

 

A pesar de los avances en derechos y discursos de igualdad, México sigue arrastrando un fuerte rezago en la paridad de género dentro del sector empresarial. De acuerdo con cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y datos de la OCDE, el país ocupa el último lugar en América Latina en participación femenina dentro de los consejos de administración, una brecha que, de mantenerse el ritmo actual, no se cerraría sino hasta 2043.

Hoy, solo el 14% de los asientos en los consejos de administración de empresas mexicanas que cotizan en bolsa están ocupados por mujeres. El contraste es claro frente a la tendencia internacional: entre 2016 y 2024, la representación femenina en estos órganos de decisión pasó de 21% a 32.5% a nivel global, según registros de la OCDE retomados por el IMCO y Kiik Consultores.

El diagnóstico revela que el problema no es marginal. Casi uno de cada cinco consejos de administración en México sigue integrado únicamente por hombres y, en promedio, cada consejera independiente comparte mesa con cinco consejeros hombres en la misma condición. Más aún, solo el 4% de estos órganos es presidido por una mujer, una cifra que incluso retrocedió por segundo año consecutivo.

En los puestos directivos la fotografía es similar. Apenas 3% de las direcciones generales están encabezadas por mujeres, mientras que su presencia alcanza el 15% en áreas financieras y el 26% en las jurídicas. Aunque hay una ligera mejora respecto a 2024, el rezago persiste: 64% de las empresas no cuenta con mujeres en ninguna de estas tres posiciones clave.

El panorama fuera de la capital no es muy distinto. En Jalisco, donde casi la mitad de las MiPymes son propiedad de mujeres, solo una de cada cinco tiene mayoría femenina en puestos directivos. A ello se suma que, aunque la mayoría de las empresas reconoce la existencia de la brecha salarial, pocas saben cómo medirla o cuentan con herramientas para corregirla.

Para el IMCO, este rezago no solo es un problema de equidad, sino también de crecimiento económico. Si México elevara la participación económica femenina del 46% actual al promedio de la OCDE, se incorporarían 18.6 millones de mujeres al mercado laboral, con un impacto potencial de hasta 6.9 billones de pesos adicionales al PIB hacia 2035.

Ante este escenario, especialistas recomiendan fijar metas claras y medibles, como alcanzar al menos 40% de mujeres en consejos de administración, transparentar las brechas salariales y fortalecer la gobernanza interna, especialmente en las MiPymes. El mensaje es claro: sin cambios estructurales, la paridad seguirá siendo una promesa lejana para el sector empresarial mexicano.

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