La Luna de Sangre tiñó el cielo de rojo por 82 minutos

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Por Juan Pablo Ojeda

 

La noche del 7 al 8 de septiembre, el cielo ofreció un espectáculo que cautivó a astrónomos y aficionados: la Luna se volvió de un intenso color rojizo durante 82 minutos debido a un eclipse lunar total, un fenómeno que en la cultura popular recibe el nombre de “Luna de Sangre”. Este tipo de eclipses ocurre cuando la Tierra se interpone exactamente entre el Sol y la Luna, proyectando su sombra sobre nuestro satélite natural y generando ese espectacular tono rojizo.

El fenómeno no fue visible en México ni en el resto de América, pero millones de personas en Europa, África, Asia y Australia pudieron presenciar la transformación de la Luna en un disco rojo flotando en la oscuridad. La duración del eclipse, de más de hora y media, permitió que observadores y astrónomos capturaran imágenes únicas y registraran el fenómeno en tiempo real.

La razón del color rojizo se encuentra en la atmósfera terrestre: mientras la luz del Sol atraviesa la Tierra, las longitudes de onda más cortas (como el azul) se dispersan, mientras que las rojas se refractan hacia la Luna, bañándola en ese característico tono carmesí. Por esta razón, cada eclipse total de Luna tiene una coloración única, que puede variar desde un rojo intenso hasta un naranja o cobre profundo.

Durante la oscuridad provocada por el eclipse, el cielo permitió también la observación de planetas como Saturno y Neptuno, convirtiendo la noche en un verdadero espectáculo astronómico múltiple. Los astrónomos aprovecharon la oportunidad para estudiar la atmósfera de la Tierra, la luz reflejada en la Luna y la posición de planetas visibles, combinando la belleza del evento con datos científicos de gran relevancia.

El fenómeno de la Luna de Sangre no es solo un espectáculo visual, sino también un recordatorio de la perfecta sincronía del sistema solar. La próxima oportunidad para presenciar un eclipse lunar total ocurrirá el 2 y 3 de marzo de 2026, y será visible en Europa del Este, Asia, Australia, América y las regiones polares. Esta espera brinda tiempo para que los aficionados preparen sus telescopios y cámaras, y para que las instituciones educativas y científicas organicen observaciones colectivas.

Así, los eclipses lunares siguen recordándonos que, más allá de la rutina diaria, nuestro planeta y su satélite natural forman parte de un vasto y armonioso universo que continúa sorprendiendo con fenómenos que combinan ciencia, belleza y misterio.