Por Juan Pablo Ojeda
Lo que se vivió en el Highmark Stadium fue de esos juegos que se cuentan una y otra vez en la historia de la NFL. Los Buffalo Bills, con Josh Allen al mando, lograron una remontada épica de 15 puntos en el último cuarto para derrotar 41-40 a los Baltimore Ravens, en un duelo que parecía perdido hasta el último instante.
Lamar Jackson y Derrick Henry estaban encendidos. La ofensiva de Baltimore parecía un tren sin frenos, con siete de ocho series ofensivas terminando en puntos. Para el inicio del último cuarto, el marcador era 34-19 a favor de los Ravens y todo pintaba para una derrota dolorosa de los Bills.
Pero Allen, MVP de la temporada 2024, se negó a rendirse. Primero, consiguió su primera anotación terrestre del año para recortar distancias. Aunque Henry respondió con otro touchdown que parecía liquidar el partido, los Bills encontraron aire con una recepción milagrosa de Keon Coleman que volvió a prender a la grada.
El momento que cambió todo llegó con tres minutos en el reloj: Henry soltó el balón y la defensa de Buffalo lo recuperó. Allen no perdonó y convirtió esa posesión en un touchdown que puso a los suyos a una sola anotación de diferencia. La defensiva respondió en la siguiente serie y, con nervios de acero, Allen llevó a su equipo hasta zona de gol de campo. Con ese envío a los postes, Buffalo consumó una de las victorias más emocionantes de su historia reciente.
De ir abajo por 15 puntos a ganar por la mínima, los Bills demostraron que su líder está hecho para momentos grandes. Y si algo quedó claro, es que Josh Allen no solo fue el MVP del año pasado: sigue siendo el corazón que mantiene vivas las esperanzas de Buffalo rumbo al Super Bowl.